Hay ciertas ocasiones
en las que me convierto
en tierra de nadie.
Entonces ellas huyen de mí.
Alborotadas, arrebatadas.
Están fuera de sí.
Me rebasan, me avasallan.
Me atropellan, me traspasan.
Están fuera de mí.
Y yo me transformo
en un infierno en carne viva,
en un volcán convulso y definitivo.
Con toda esa lava
derramándose, derritiéndome.
Saliéndose de mí.
Con todo ese fuego
que ya no consume a nadie,
a nadie más que a mí.
15 de diciembre de 2014
11 de diciembre de 2014
Poema de otro
Dejame tu olor, tus manos, tus silencios.
Tus manías, tus enojos, tus celos.
Tu risa, tu mirada, tu piel.
Tus lágrimas, tu pasado, tu desnudez.
Si te vas a ir, no te lleves nada.
Dejame nuestros cuerpos anudados.
La cama destendida, las sábanas arrugadas.
Mis ganas interrumpidas de quererte hasta el final.
Si te vas a ir, andate sólo con lo puesto.
Y no mirés atrás.
9 de diciembre de 2014
Recuerdos
Un día descubrió que los recuerdos se gastaban.
Que de tanto pensarlos iban perdiendo la forma y el color.
Agarró unos cuantos (los más importantes) y los aisló en un recóndito lugar de su cabeza.
No acudió a ellos ni en las situaciones más acuciantes.
Ni cuando sintió todo el peso de la soledad caer sobre sus hombros.
Con el paso del tiempo también descubrió que los recuerdos que no se piensan son olvidados. Y ya no supo qué fue peor.
Que de tanto pensarlos iban perdiendo la forma y el color.
Agarró unos cuantos (los más importantes) y los aisló en un recóndito lugar de su cabeza.
No acudió a ellos ni en las situaciones más acuciantes.
Ni cuando sintió todo el peso de la soledad caer sobre sus hombros.
Con el paso del tiempo también descubrió que los recuerdos que no se piensan son olvidados. Y ya no supo qué fue peor.
27 de noviembre de 2014
Una respuesta para la Maga
Mi amiga, la Maga, está muy seria esta noche. Su ceño fruncido dibuja dos líneas entre ambas cejas, que van y vienen a merced de sus gestos y cavilaciones.
Me mira con sus ojos marrones muy abiertos y me pregunta -sin pestañar- qué es para mí el amor.
Me insta a que lo defina porque le urge saberlo. Me dice que mis palabras son como curitas y que le interesa mucho -así dice- mi opinión.
La Maga está ansiosa esta noche de luna tenue y nubarrones imprevistos. Ella quiere saber qué es el amor entre un hombre y una mujer.
Ensayo palabras en el aire. Le digo que no sé lo que es el amor. Que tiene tantas formas. Que varía tanto. Que depende. Que son matices.
Pero ella quiere definiciones; y las quiere ahora.
Entonces le miento, le prometo que voy a escribir algo que explique lo que es el amor.
Ella bosqueja una sonrisa y sus ojos marrones brillan un momento. Masculla no sé qué cosas sobre anclas y brújulas y me dice que necesita coraje para abrazar el miedo.
Después se va. Supongo que se va contenta. No ha logrado todo lo que vino a buscar, pero al menos se ha llevado una promesa.
Me recuesto en el sofá, miro el techo y respiro hondo. Tamaña empresa en la que me he metido. Cómo carajo le explico a la Maga lo que es el amor.
De todas las preguntas que podía hacerme, tenía que hacer justamente ésta.
Entonces pruebo definiciones, voy al diccionario, me sumerjo en Wikipedia, me atosigo de imágenes, pinturas, óleos y navego por la infinidad de portales que intentan darle forma al amor a través de poemas, corazones y cupidos. Me doy cuenta de lo que hago y me siento ridículo: sé que no habrá nada allí que conforme a la Maga.
Porque la Maga no quiere definiciones de diccionario. Ella quiere que yo le explique lo que es, verdaderamente, el amor. Y sé que no voy a poder engañarla. No podré conformarla con aquella célebre frase de Saint-Exupéry: “amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar ambos en la misma dirección”. Tampoco podré contentarla con el tercer poema de amor de Roque Dalton: “a quienes te digan que nuestro amor / es extraordinario / porque ha nacido de circunstancias / extraordinarias / diles que precisamente luchamos / para que un amor como el nuestro / (amor entre compañeros de combate) / llegue a ser en El Salvador / el amor más común y corriente, / casi el único”.
Subo el cierre de mi campera hasta el cuello y salgo a la calle a buscar una respuesta para la Maga. Camino un largo rato buscando ideas que no tengo (de todas las preguntas que podías hacerme, Maga, viniste a elegir la más difícil, me sigo repitiendo por lo bajo).
Hace frío esta noche de lechuzas blancas y en las calles se multiplican los abrazos cálidos y las miradas cómplices.
Me mira con sus ojos marrones muy abiertos y me pregunta -sin pestañar- qué es para mí el amor.
Me insta a que lo defina porque le urge saberlo. Me dice que mis palabras son como curitas y que le interesa mucho -así dice- mi opinión.
La Maga está ansiosa esta noche de luna tenue y nubarrones imprevistos. Ella quiere saber qué es el amor entre un hombre y una mujer.
Ensayo palabras en el aire. Le digo que no sé lo que es el amor. Que tiene tantas formas. Que varía tanto. Que depende. Que son matices.
Pero ella quiere definiciones; y las quiere ahora.
Entonces le miento, le prometo que voy a escribir algo que explique lo que es el amor.
Ella bosqueja una sonrisa y sus ojos marrones brillan un momento. Masculla no sé qué cosas sobre anclas y brújulas y me dice que necesita coraje para abrazar el miedo.
Después se va. Supongo que se va contenta. No ha logrado todo lo que vino a buscar, pero al menos se ha llevado una promesa.
Me recuesto en el sofá, miro el techo y respiro hondo. Tamaña empresa en la que me he metido. Cómo carajo le explico a la Maga lo que es el amor.
De todas las preguntas que podía hacerme, tenía que hacer justamente ésta.
Entonces pruebo definiciones, voy al diccionario, me sumerjo en Wikipedia, me atosigo de imágenes, pinturas, óleos y navego por la infinidad de portales que intentan darle forma al amor a través de poemas, corazones y cupidos. Me doy cuenta de lo que hago y me siento ridículo: sé que no habrá nada allí que conforme a la Maga.
Porque la Maga no quiere definiciones de diccionario. Ella quiere que yo le explique lo que es, verdaderamente, el amor. Y sé que no voy a poder engañarla. No podré conformarla con aquella célebre frase de Saint-Exupéry: “amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar ambos en la misma dirección”. Tampoco podré contentarla con el tercer poema de amor de Roque Dalton: “a quienes te digan que nuestro amor / es extraordinario / porque ha nacido de circunstancias / extraordinarias / diles que precisamente luchamos / para que un amor como el nuestro / (amor entre compañeros de combate) / llegue a ser en El Salvador / el amor más común y corriente, / casi el único”.
Subo el cierre de mi campera hasta el cuello y salgo a la calle a buscar una respuesta para la Maga. Camino un largo rato buscando ideas que no tengo (de todas las preguntas que podías hacerme, Maga, viniste a elegir la más difícil, me sigo repitiendo por lo bajo).
Hace frío esta noche de lechuzas blancas y en las calles se multiplican los abrazos cálidos y las miradas cómplices.
Una chica hunde la nariz en el pecho de su amante. Más lejos un muchacho, sentado a horcajadas de su novia, la despeina y se ríen y juegan. En una esquina una pareja se besa apasionadamente, luego se pelea, se abraza, llora. ¿Está en esas pequeñas cosas el amor? ¿Son esos los actos que lo definen? ¿En esos gestos está encerrado?
Evoco palabras pasadas y me las llevo a la boca, ensayando posibles respuestas en voz baja. Pasión, irracionalidad, razón, metafísica dan vueltas por mi cabeza de manera desordenada e improlija.
Evoco palabras pasadas y me las llevo a la boca, ensayando posibles respuestas en voz baja. Pasión, irracionalidad, razón, metafísica dan vueltas por mi cabeza de manera desordenada e improlija.
Me acuerdo de algo que leí hace poco: “el círculo del amor no es más que vivir la adrenalina de conquistar; el placer de lograrlo; la tranquilidad de tenerlo; el dolor de perderlo; la bohemia de buscarlo y el frenesí de volver a elegirlo”. ¿Será?
Pienso en la cantidad de veces que yo mismo me he enamorado y me acuerdo de las palabras exactas de mi amigo Miguel, la vez que él ensayó su propia explicación de lo inexplicable: “el amor es un conjunto indefinido de sentimientos, de sensaciones, de ilusiones. Compartido o no, porque a veces es unilateral, pero igual de intenso. Y mientras más intenso, más evanescente. Pero ese es el amor de la pasión arrebatadora. Está también el otro, el de la cómoda molicie y la protectora armonía de la vida compartida con los desafíos de la vida cotidiana. Es el que dura, casi como una amistad profunda. ¿Si aún así sigue siendo amor? Me parece que sí. Y solo se valora en toda su dimensión cuando se pierde. Es menos intenso y más crónico, claro. No se comparan. Se sueña con el primero pero se vive con el segundo. Y eso, sólo cuando uno es afortunado”.
A medida que emprendo la vuelta a casa, esperando no llegar demasiado tarde con este manojo parchado de palabras inconclusas -inconclusas pero honestas, me digo para no desanimarme tanto-, me viene a la memoria un poema del colombiano Cobo Borda.
Y sonrío tristemente pensando en los grandes ojos marrones de la Maga y sus preguntas implacables. Menos mal que no me preguntó por qué el amor se acaba.
Pienso en la cantidad de veces que yo mismo me he enamorado y me acuerdo de las palabras exactas de mi amigo Miguel, la vez que él ensayó su propia explicación de lo inexplicable: “el amor es un conjunto indefinido de sentimientos, de sensaciones, de ilusiones. Compartido o no, porque a veces es unilateral, pero igual de intenso. Y mientras más intenso, más evanescente. Pero ese es el amor de la pasión arrebatadora. Está también el otro, el de la cómoda molicie y la protectora armonía de la vida compartida con los desafíos de la vida cotidiana. Es el que dura, casi como una amistad profunda. ¿Si aún así sigue siendo amor? Me parece que sí. Y solo se valora en toda su dimensión cuando se pierde. Es menos intenso y más crónico, claro. No se comparan. Se sueña con el primero pero se vive con el segundo. Y eso, sólo cuando uno es afortunado”.
A medida que emprendo la vuelta a casa, esperando no llegar demasiado tarde con este manojo parchado de palabras inconclusas -inconclusas pero honestas, me digo para no desanimarme tanto-, me viene a la memoria un poema del colombiano Cobo Borda.
Y sonrío tristemente pensando en los grandes ojos marrones de la Maga y sus preguntas implacables. Menos mal que no me preguntó por qué el amor se acaba.
Menos mal.
“Una tarde el amor se acaba
y tanta magia
se trueca en fastidiosa servidumbre
y las palabras únicas
son ruido
para llenar vacíos.
Asoma la bobería de todo ser
y ningún esfuerzo
logra encender de nuevo
ese sol
de la atracción sin límites.
Todo es incomodidad y fuga
para no herir, en vano,
y decretar por fin lo irremediable.
Lo sabido pero no aceptado.
Súbditos de vanas fantasías
vemos caer a tierra
la pintura fervorosa
que aplicamos sobre nadas
que ahora sí son nada.
Y lo peor de todo:
el alivio que experimentamos
al cancelar la dicha
y eludir la trampa
felices de iniciar el duelo
y decir adiós, con mucha calma”.
(Juan Gustavo Cobo Borda, Colombia, 1948).
“Una tarde el amor se acaba
y tanta magia
se trueca en fastidiosa servidumbre
y las palabras únicas
son ruido
para llenar vacíos.
Asoma la bobería de todo ser
y ningún esfuerzo
logra encender de nuevo
ese sol
de la atracción sin límites.
Todo es incomodidad y fuga
para no herir, en vano,
y decretar por fin lo irremediable.
Lo sabido pero no aceptado.
Súbditos de vanas fantasías
vemos caer a tierra
la pintura fervorosa
que aplicamos sobre nadas
que ahora sí son nada.
Y lo peor de todo:
el alivio que experimentamos
al cancelar la dicha
y eludir la trampa
felices de iniciar el duelo
y decir adiós, con mucha calma”.
(Juan Gustavo Cobo Borda, Colombia, 1948).
25 de noviembre de 2014
Esa mujer que ves
Claro que no soy esa mujer que ves atravesar la puerta cada mañana. Claro que no soy esa única mujer. ¿O es que acaso pensaste que iba a salir a la calle así, sin protección alguna?
Esa mujer que ves es nuestro escudo, nuestra armadura contra un mundo hostil e innecesario. Un mundo que nos haría añicos sin esta coraza que nos he inventado a fuerza de años vividos, de errores cometidos y de aciertos bienvenidos.
Esa mujer que ves, dejame que te diga, tiene en sus manos una tarea indispensable: es la encargada de sostener al resto de nosotras; está a cargo de encastrar en una sola pieza a todas las mujeres que soy, de armarnos en un perfecto e indisoluble rompecabezas que nos muestre al mundo como una única composición.
Pero a veces sucede que esa mujer fuerte y valiente que ves salir cada mañana, esa mujer que porta sólo desafío en su mirada y que pareciera llevarse el mundo por delante, esa mujer aguerrida que no le teme a nada trastabilla, tropieza, se cae. Se da de bruces contra el suelo y hace trizas nuestra coraza. Y entonces: la hecatombe.
Porque cuando eso sucede, cuando esa coraza que nos he construido se cae, todas las mujeres que me habitan se sientan descalzas en el cordón de la vereda, con los ojos húmedos puestos en la nada, con las manos perdidas en el más irracional de los temores. Con la postura inexorable de los derrotados. No se mueven. Ni siquiera parpadean: tienen el pánico pegado a la espalda.
Se limitan a observar nuestra coraza tirada en el piso, y se adueñan todas ellas de una incapacidad absoluta por ayudar a reconstruirla.
Es que cuando eso sucede, se rompe la paz interior, se pierde el equilibrio, se desarman los esquemas, estallan en mil pedazos las contradicciones.
Cuando eso sucede, las mujeres que me conforman se desparraman dentro de mí. Resbalan, caen en oscuros precipicios, se pierden en selvas laberínticas, emanan rabias pasadas, fagocitan recuerdos futuros, se vuelven inflamables, inciertas, peligrosas. Deambulan por mi cuerpo sin rumbo preciso, se pierden en callejones inhóspitos, no hallan ni ganas ni fuerzas por encontrar una salida al caos en que se han visto sumidas por un simple resbalón.
Comprenderás entonces que no soy esa única mujer que ves. Comprenderás ahora mi pedido: si algún día llegás a ver trastabillar a esa mujer que atraviesa la puerta cada mañana, si la ves irse de bruces contra el piso, si al intentar ayudarla te muestra el fondo de unos ojos desvaídos e imprecisos, tendele la mano. Y ayudala a levantarse. Por ella y por todas las que somos, es menester que se rearme.
Esa mujer que ves es nuestro escudo, nuestra armadura contra un mundo hostil e innecesario. Un mundo que nos haría añicos sin esta coraza que nos he inventado a fuerza de años vividos, de errores cometidos y de aciertos bienvenidos.
Esa mujer que ves, dejame que te diga, tiene en sus manos una tarea indispensable: es la encargada de sostener al resto de nosotras; está a cargo de encastrar en una sola pieza a todas las mujeres que soy, de armarnos en un perfecto e indisoluble rompecabezas que nos muestre al mundo como una única composición.
Pero a veces sucede que esa mujer fuerte y valiente que ves salir cada mañana, esa mujer que porta sólo desafío en su mirada y que pareciera llevarse el mundo por delante, esa mujer aguerrida que no le teme a nada trastabilla, tropieza, se cae. Se da de bruces contra el suelo y hace trizas nuestra coraza. Y entonces: la hecatombe.
Porque cuando eso sucede, cuando esa coraza que nos he construido se cae, todas las mujeres que me habitan se sientan descalzas en el cordón de la vereda, con los ojos húmedos puestos en la nada, con las manos perdidas en el más irracional de los temores. Con la postura inexorable de los derrotados. No se mueven. Ni siquiera parpadean: tienen el pánico pegado a la espalda.
Se limitan a observar nuestra coraza tirada en el piso, y se adueñan todas ellas de una incapacidad absoluta por ayudar a reconstruirla.
Es que cuando eso sucede, se rompe la paz interior, se pierde el equilibrio, se desarman los esquemas, estallan en mil pedazos las contradicciones.
Cuando eso sucede, las mujeres que me conforman se desparraman dentro de mí. Resbalan, caen en oscuros precipicios, se pierden en selvas laberínticas, emanan rabias pasadas, fagocitan recuerdos futuros, se vuelven inflamables, inciertas, peligrosas. Deambulan por mi cuerpo sin rumbo preciso, se pierden en callejones inhóspitos, no hallan ni ganas ni fuerzas por encontrar una salida al caos en que se han visto sumidas por un simple resbalón.
Comprenderás entonces que no soy esa única mujer que ves. Comprenderás ahora mi pedido: si algún día llegás a ver trastabillar a esa mujer que atraviesa la puerta cada mañana, si la ves irse de bruces contra el piso, si al intentar ayudarla te muestra el fondo de unos ojos desvaídos e imprecisos, tendele la mano. Y ayudala a levantarse. Por ella y por todas las que somos, es menester que se rearme.
18 de noviembre de 2014
Palabras
Un tropel de palabras
llegó hasta la punta de mi lengua
para luego emprender la retirada.
Jinetes temerarios
en un instante fueron
jinetes temerosos.
Caballeros de armaduras
se convirtieron en inútiles
soldados de plomo.
Guerreros aguerridos
lloraron sus infancias
sobre hombros sin fusiles.
Un tropel de palabras
llegó hasta la punta de mi lengua,
algunas de ellas cayeron en picada.
llegó hasta la punta de mi lengua
para luego emprender la retirada.
Jinetes temerarios
en un instante fueron
jinetes temerosos.
Caballeros de armaduras
se convirtieron en inútiles
soldados de plomo.
Guerreros aguerridos
lloraron sus infancias
sobre hombros sin fusiles.
Un tropel de palabras
llegó hasta la punta de mi lengua,
algunas de ellas cayeron en picada.
16 de octubre de 2014
Día libre
Tomate el día libre.
Salí, paseá,
sentate en una plaza.
(¿Oís las voces como ráfagas pasar?).
Observá a la gente en su andar.
Caminá entre ellos, mimetizate.
Como si fueras uno más.
Tomate el día libre y verás
que el mundo se conforma
en todas partes -más o menos- igual.
Salí, paseá,
sentate en una plaza.
(¿Oís las voces como ráfagas pasar?).
Observá a la gente en su andar.
Caminá entre ellos, mimetizate.
Como si fueras uno más.
Tomate el día libre y verás
que el mundo se conforma
en todas partes -más o menos- igual.
10 de octubre de 2014
De las cosas inevitables
Y un día todos nos hicimos grandes.
Aislamos en un rincón oscuro y solitario
a ese niño que jugaba a las escondidas
y nada sabía de obligaciones o de fracasos.
Y un día todos nos hicimos grandes.
Nos acomodamos tras enormes escritorios.
Nos volvimos hombres serios y responsables
y apuramos el paso para no llegar tarde.
Y un día todos nos hicimos grandes.
Pero ese niño de risa fácil y asombro en la mirada,
todavía no ha logrado perdonarse
el habernos dejado a la deriva de este mundo tan desmesurado.
Aislamos en un rincón oscuro y solitario
a ese niño que jugaba a las escondidas
y nada sabía de obligaciones o de fracasos.
Y un día todos nos hicimos grandes.
Nos acomodamos tras enormes escritorios.
Nos volvimos hombres serios y responsables
y apuramos el paso para no llegar tarde.
Y un día todos nos hicimos grandes.
Pero ese niño de risa fácil y asombro en la mirada,
todavía no ha logrado perdonarse
el habernos dejado a la deriva de este mundo tan desmesurado.
(El mundo es demasiada cosa para dejarlo en manos de los adultos).
6 de octubre de 2014
De las cosas prohibidas
Usaban los largos silencios que hacían
para decirse todo lo que no debían.
Sus ojos iban y venían
cruzándose apenas en puntos que se desvanecían.
Pestañas bajando y subiendo
en perfectos aleteos esquivos.
Miradas cayendo en picada,
refractando verdades sin sentido.
Usaban los largos silencios que hacían
para desnudarse enteros cuando el mundo no los veía.
Lenguas escondidas
tras un cúmulo de palabras que enmudecían.
Dos manos ensayando monólogos mentirosos,
que ni uno ni otro creían.
Cuerpos tensionados y tirantes,
disimulando aquello que no se permitían.
Usaban los largos silencios que hacían
para decirse las cosas que les habían sido prohibidas.
para decirse todo lo que no debían.
Sus ojos iban y venían
cruzándose apenas en puntos que se desvanecían.
Pestañas bajando y subiendo
en perfectos aleteos esquivos.
Miradas cayendo en picada,
refractando verdades sin sentido.
Usaban los largos silencios que hacían
para desnudarse enteros cuando el mundo no los veía.
Lenguas escondidas
tras un cúmulo de palabras que enmudecían.
Dos manos ensayando monólogos mentirosos,
que ni uno ni otro creían.
Cuerpos tensionados y tirantes,
disimulando aquello que no se permitían.
Usaban los largos silencios que hacían
para decirse las cosas que les habían sido prohibidas.
29 de septiembre de 2014
El escribidor
Fue hasta el quiosco de la esquina,
compró un paquete de cigarrillos,
dos chupetines
y un puñado de palabras.
Volvió a su casa caminando despacio,
la bolsa apretada en una de sus manos.
Desparramó los objetos sobre la mesa
y se metió a la boca una ración de palabras.
Masticó largo rato; los brazos caídos a los lados,
la mirada perdida en la nada.
Caminó hasta su escritorio
y se dejó caer frente a la vieja Olivetti.
Con los dedos apenas asentados sobre las teclas
abrió un poco la boca y emuló un par de arcadas.
En vez de palabras, golondrinas negras
se estrellaron contra el papel mustio y ajado.
compró un paquete de cigarrillos,
dos chupetines
y un puñado de palabras.
Volvió a su casa caminando despacio,
la bolsa apretada en una de sus manos.
Desparramó los objetos sobre la mesa
y se metió a la boca una ración de palabras.
Masticó largo rato; los brazos caídos a los lados,
la mirada perdida en la nada.
Caminó hasta su escritorio
y se dejó caer frente a la vieja Olivetti.
Con los dedos apenas asentados sobre las teclas
abrió un poco la boca y emuló un par de arcadas.
En vez de palabras, golondrinas negras
se estrellaron contra el papel mustio y ajado.
16 de septiembre de 2014
De las cosas incongruentes
Despegarse de uno mismo,
observarse desde lejos
como si uno fuese el otro.
... lo peor viene con el amanecer,
ese imprudente que nos quita toda magia,
toda locura, toda razón de ser (o de no ser).
Y uno se siente un imbécil
cuando los rayos del sol
rebotan en los vidrios empañados.
Si nos sentáramos a contemplar,
no ocurriría esto que digo.
Hay alguien a quien ya no me atrevo a mirar.
observarse desde lejos
como si uno fuese el otro.
... lo peor viene con el amanecer,
ese imprudente que nos quita toda magia,
toda locura, toda razón de ser (o de no ser).
Y uno se siente un imbécil
cuando los rayos del sol
rebotan en los vidrios empañados.
Si nos sentáramos a contemplar,
no ocurriría esto que digo.
Hay alguien a quien ya no me atrevo a mirar.
4 de septiembre de 2014
El huésped
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
En el vino que me bebo,
en el modo de mirar a mi hijo,
en algunos de mis gestos.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
En algunas palabras que no digo,
en la manera en que mis codos se apoyan sobre mis rodillas,
en la forma de inclinar el cuerpo apenas hacia adelante.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
Lo siento ir y venir de un lado a otro.
Cuando estoy sin hacer nada; mientras preparo la comida.
Cuando trabajo en mi estudio y oigo el repiqueteo de sus pies en la escalera.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
En un descuido, ha tomado la casa por asalto,
se ha adueñado de todos los espacios
y se ha acomodado en cada uno de los rincones.
En el vino que me bebo,
en el modo de mirar a mi hijo,
en algunos de mis gestos.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
En algunas palabras que no digo,
en la manera en que mis codos se apoyan sobre mis rodillas,
en la forma de inclinar el cuerpo apenas hacia adelante.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
Lo siento ir y venir de un lado a otro.
Cuando estoy sin hacer nada; mientras preparo la comida.
Cuando trabajo en mi estudio y oigo el repiqueteo de sus pies en la escalera.
Hace días que la ausencia de mi padre me ronda.
En un descuido, ha tomado la casa por asalto,
se ha adueñado de todos los espacios
y se ha acomodado en cada uno de los rincones.
2 de septiembre de 2014
De las cosas imposibles
Como ese truco de magia
que te sorprende por primera vez.
Como esa solera amarilla (y gastada)
dejándose caer en cuerpo ajeno otra vez.
Como ese alto en el río
por donde el agua no va a volver a bajar.
Como ese arco iris, ya añejo,
que no te va a volver a timar.
Como esa siesta radiante
que cada verano amaga con volver.
Como ese juguete gastado
que, de tanto en tanto, se dibuja recostado sobre nuestra piel.
Como esa muerte, paciente,
que espera su turno cada vez.
Como esta vida, finita,
que promete no dejarnos caer.
que te sorprende por primera vez.
Como esa solera amarilla (y gastada)
dejándose caer en cuerpo ajeno otra vez.
Como ese alto en el río
por donde el agua no va a volver a bajar.
Como ese arco iris, ya añejo,
que no te va a volver a timar.
Como esa siesta radiante
que cada verano amaga con volver.
Como ese juguete gastado
que, de tanto en tanto, se dibuja recostado sobre nuestra piel.
Como esa muerte, paciente,
que espera su turno cada vez.
Como esta vida, finita,
que promete no dejarnos caer.
26 de agosto de 2014
Los poetas
Nosotros los poetas
parimos poemas
como paren conejitos las conejas.
Despedazamos las palabras
hasta que ya no significan nada
(y les damos
respiración boca a boca
hasta que vuelven a significarlo todo).
Nosotros los poetas
no obtuvimos ningún título
en ninguna escuela de poesía.
Somos carne de cañón
de una siempre atropellada sinrazón.
Venimos del frente de batalla, donde guerra y paz
se desdibujan tras las trincheras.
Nosotros los poetas
metemos mano al caos y con hilos de plasma
ensayamos sensaciones sobre trozos de papel.
Somos sangre, traición,
herida, muerte.
Somos melancolía, esperanza,
utopía, ilusión.
Somos improlijos, despeinados,
distraídos, desparejos.
Somos humo que se desvanece,
se aleja, se apaga, desaparece.
parimos poemas
como paren conejitos las conejas.
Despedazamos las palabras
hasta que ya no significan nada
(y les damos
respiración boca a boca
hasta que vuelven a significarlo todo).
Nosotros los poetas
no obtuvimos ningún título
en ninguna escuela de poesía.
Somos carne de cañón
de una siempre atropellada sinrazón.
Venimos del frente de batalla, donde guerra y paz
se desdibujan tras las trincheras.
Nosotros los poetas
metemos mano al caos y con hilos de plasma
ensayamos sensaciones sobre trozos de papel.
Somos sangre, traición,
herida, muerte.
Somos melancolía, esperanza,
utopía, ilusión.
Somos improlijos, despeinados,
distraídos, desparejos.
Somos humo que se desvanece,
se aleja, se apaga, desaparece.
19 de agosto de 2014
De las contradicciones
Encerré a todas mis contradicciones
en el cuartito de pensar
para que dirimieran entre ellas
sus manifiestas diferencias.
Después de unos cuantos días
con sus respectivas noches,
aún no he logrado (ni en parte, mucho menos en un todo)
que lleguen a un acuerdo.
De a una se han ido escapando:
filtrándose por el tragaluz,
a hurtadillas por debajo de la puerta,
sigilosas, por las hendiduras de la ventana.
Encerré a todas mis contradicciones
en el cuartito de pensar,
pero sólo logré que se unieran y en bandada
volvieran nuevamente a romperme los esquemas.
en el cuartito de pensar
para que dirimieran entre ellas
sus manifiestas diferencias.
Después de unos cuantos días
con sus respectivas noches,
aún no he logrado (ni en parte, mucho menos en un todo)
que lleguen a un acuerdo.
De a una se han ido escapando:
filtrándose por el tragaluz,
a hurtadillas por debajo de la puerta,
sigilosas, por las hendiduras de la ventana.
Encerré a todas mis contradicciones
en el cuartito de pensar,
pero sólo logré que se unieran y en bandada
volvieran nuevamente a romperme los esquemas.
6 de agosto de 2014
114
Me paré a un costado del camino a esperar que estas palabras que ahora escribo dejaran de sangrarme.
O que no me sangraran tanto, al menos.
No tengo respuestas, ninguna. Pero sí miles de preguntas.
¿Cómo "se aparece" cuando uno ya estaba en esta vida?
Porque aunque fuese una vida ficticia, inventada por otros,
ese chico sentía, comía, tenía novia, amigos, vivía.
¿Por dónde se empieza a contar la historia?
Porque no se puede empezar como en un cuento de hadas,
con un típico y pintoresco "había una vez",
una historia que esconde tanto horror y tanta muerte.
¿Cómo se devuelve un nombre?
Porque él ya usaba uno.
Y decía “presente” cuando la seño lo nombraba
y se daba vuelta cuando alguien en la calle lo llamaba.
¿Cómo se dan todos los abrazos que no se dieron?
Porque sólo soy capaz de imaginar un abrazo infinito
del que ni abuela ni nieto pudieran desprenderse nunca más.
Uno que atraviese como una flecha radiante tanto manto de silencio.
¿Cómo se transmiten todos los besos que no fueron?
(36 años besando qué frentes...
O que no me sangraran tanto, al menos.
No tengo respuestas, ninguna. Pero sí miles de preguntas.
¿Cómo "se aparece" cuando uno ya estaba en esta vida?
Porque aunque fuese una vida ficticia, inventada por otros,
ese chico sentía, comía, tenía novia, amigos, vivía.
¿Por dónde se empieza a contar la historia?
Porque no se puede empezar como en un cuento de hadas,
con un típico y pintoresco "había una vez",
una historia que esconde tanto horror y tanta muerte.
¿Cómo se devuelve un nombre?
Porque él ya usaba uno.
Y decía “presente” cuando la seño lo nombraba
y se daba vuelta cuando alguien en la calle lo llamaba.
¿Cómo se dan todos los abrazos que no se dieron?
Porque sólo soy capaz de imaginar un abrazo infinito
del que ni abuela ni nieto pudieran desprenderse nunca más.
Uno que atraviese como una flecha radiante tanto manto de silencio.
¿Cómo se transmiten todos los besos que no fueron?
(36 años besando qué frentes...
36 años esperando una frente).
¿Cómo se mitiga tanto dolor?
Porque no hay lágrimas que basten, ni palabras que alcancen,
ni caricias que soporten tanta pena contenida, tanto calvario padecido.
No tengo respuestas, ninguna.
¿Cómo se mitiga tanto dolor?
Porque no hay lágrimas que basten, ni palabras que alcancen,
ni caricias que soporten tanta pena contenida, tanto calvario padecido.
No tengo respuestas, ninguna.
Y ese chico seguramente tiene miles de preguntas.
Ese chico -el número 114- es Ignacio pero se llama Guido.
Ese chico lleva adentro una historia que no pudo ser contada.
Ese chico tiene en sus genes los gritos de su madre silenciados.
Ese chico guarda en su sangre la crónica de una generación asesinada.
Ese chico -el número 114- es Ignacio pero se llama Guido.
Ese chico lleva adentro una historia que no pudo ser contada.
Ese chico tiene en sus genes los gritos de su madre silenciados.
Ese chico guarda en su sangre la crónica de una generación asesinada.
1 de agosto de 2014
Felicidad higiénica
Tienen una felicidad higiénica
donde casi todo está donde tiene que estar.
Una felicidad en buen estado,
pulcra, correcta, acomodada.
Felicidad moderada, acorde, ordenada,
(que no despeina y ni siquiera desviste).
Tienen una felicidad monocorde, sin sobresaltos,
lisa, aseada, bien hidratada.
Una felicidad monosílaba, parsimoniosa, inmaculada,
prolija, planchada, pavimentada.
Felicidad llena de acciones preventivas
a prueba de cualquier enfermedad.
donde casi todo está donde tiene que estar.
Una felicidad en buen estado,
pulcra, correcta, acomodada.
Felicidad moderada, acorde, ordenada,
(que no despeina y ni siquiera desviste).
Tienen una felicidad monocorde, sin sobresaltos,
lisa, aseada, bien hidratada.
Una felicidad monosílaba, parsimoniosa, inmaculada,
prolija, planchada, pavimentada.
Felicidad llena de acciones preventivas
a prueba de cualquier enfermedad.
30 de julio de 2014
Sublevación
Cuando los lugares eran imprudentes
y nada tenía horario.
Cuando el tiempo era impreciso
y el mundo nos sobraba.
Cuando levantábamos la cabeza
y el cielo se nos arrodillaba.
Cuando caminábamos descalzos
y nos sentíamos livianos.
Cuando cada cosa nos asombraba
y a nada nos habíamos acostumbrado.
Cuando no teníamos anclas
y la realidad no nos apuraba.
Cuando el mapa de nuestras vidas
apenas si se dibujaba.
Cuando la tierra temblaba tímida
a cada uno de nuestros pasos.
Cuando aún no nos habíamos acomodado
y las palabras no eran gritos desesperados.
Cuando todavía éramos precipitados
y los sueños no se nos habían sublevado.
28 de julio de 2014
Ending
Caminó entre dos líneas
hasta el final.
Como si hubiesen estirado
bajo sus pies
incontables rayas
lisas y prolijas,
robadas de un cuaderno escolar.
25 de julio de 2014
Fin de etapa
Voy a hacer de cuenta que nunca exististe.
Voy a enterrarte viva a mil metros bajo tierra.
Voy a desaparecerte de la faz de mi mundo.
Voy a borrar -una a una- tus huellas de mi vida.
Y cuando la gente me pregunte si te recuerdo,
cuando me interpelen con un “qué habrá sido de tu vida”,
les diré que nunca te conocí, que jamás supe quién eras.
Imposible atravesar la etapa del olvido, no se olvida a quien nunca ha existido.
24 de julio de 2014
Estrecha franja sin esperanza
En mi cuadra un niño llora (y patalea y hace berrinches) porque no quiere tomar a su madre de la mano al llegar a cada esquina.
En una cuadra lejana un niño muere acribillado, porque es parte de los daños colaterales de una tierra santa asesina.
En mi cuadra un hombre corta el césped, conversa animadamente con los vecinos y sonríe siempre igual.
En una cuadra lejana un hombre cae de rodillas sin poder asimilar la pérdida de su casa, su familia y su ciudad natal.
En mi cuadra una anciana saca su silla a la vereda por las tardes, en un gesto casi ancestral.
En una cuadra lejana una anciana (sin sillas ni cielo para mirar) ya no tiene lágrimas que llorar.
En mi cuadra una chica atraviesa la ciudad, con sus apuntes bajo el brazo y una mirada inocente que denota su edad.
En una cuadra lejana una chica le apunta con su pecho bravo al fusil de un soldado que la mira sin piedad.
En mi cuadra un perro se enreda entre las piernas de su amo ante el sonido de unos truenos que anuncian la tormenta que está por llegar.
En una cuadra lejana un perro se agazapa bajo un árbol inútil frente al vendaval de misiles que de un momento a otro caerán.
En mi cuadra el sonido de una alarma indica timbres, recreos y hasta enérgicos avisos para celebrar.
En una cuadra lejana la alarma es peligro de muerte, de atentados terroristas, de ataques a punto de perpetrar.
Mi cuadra hoy amanece patas arriba: una tormenta nocturna deja hojarasca en el asfalto, ramas por el piso, árboles caídos; todo un basural.
Una cuadra lejana despierta cabeza abajo: un ataque de madrugada deja un tendal de escombros y cenizas; y el eco de un grito gutural.
[La stretta frangia senza speranza
Nel mio quartiere un bambino piange (da calci e fa capricci) perché dalla mano della madre ad ogni angolo deve scappare.
In un quartiere lontano un bambino muore crivellato: fa parte dei danni collaterali di una terra santa, criminale.
Nel mio quartiere un uomo taglia l'erba, chiacchiera animatamente coi vicini, col sorriso sempre uguale.
In un quartiere lontano un uomo cade in ginocchio e non afferra delle sue perdite il perché: la casa, la famiglia, la città natale.
Nel mio quartiere una donna anziana trascina la sua sedia sulla banchina, nei pomeriggi, in un gesto quasi ancestrale.
In un quartiere lontano una donna anziana non ha più lacrime da lacrimare, (né sedie né cielo da guardare).
Nel mio quartiere una ragazza attraversa la città, coi suoi appunti sottobraccio e l'innocenza dell'età nel suo guardare.
In un quartiere lontano una ragazza offre il suo seno audace al fucile di un soldato e al suo sguardo che la pietà fa dimenticare.
Nel mio quartiere un cane s’impiglia tra le gambe del suo padrone al suono di un boato che predice un temporale.
In un quartiere lontano un cane s’accuccia sotto un albero inutile davanti al viavai di missili che sta per arrivare.
Nel mio quartiere il suono di un allarme traduce campanelli, ricreazioni, perfino vivaci esortazioni a festeggiare.
In un quartiere lontano un allarme è minaccia di morte, di attacchi sediziosi, di aggressioni infinite, da perpetrare.
Il mio quartiere oggi si sveglia a testa in giù: nella notte foglie morte sull'asfalto, rami sul marciapiede, alberi spezzati, foglie, rifiuti, un diluvio universale.
Un quartiere lontano si sveglia a testa in giù: un attacco all'alba lascia scie di ceneri e detriti, insieme all'eco di un grido gutturale.]
En una cuadra lejana un niño muere acribillado, porque es parte de los daños colaterales de una tierra santa asesina.
En mi cuadra un hombre corta el césped, conversa animadamente con los vecinos y sonríe siempre igual.
En una cuadra lejana un hombre cae de rodillas sin poder asimilar la pérdida de su casa, su familia y su ciudad natal.
En mi cuadra una anciana saca su silla a la vereda por las tardes, en un gesto casi ancestral.
En una cuadra lejana una anciana (sin sillas ni cielo para mirar) ya no tiene lágrimas que llorar.
En mi cuadra una chica atraviesa la ciudad, con sus apuntes bajo el brazo y una mirada inocente que denota su edad.
En una cuadra lejana una chica le apunta con su pecho bravo al fusil de un soldado que la mira sin piedad.
En mi cuadra un perro se enreda entre las piernas de su amo ante el sonido de unos truenos que anuncian la tormenta que está por llegar.
En una cuadra lejana un perro se agazapa bajo un árbol inútil frente al vendaval de misiles que de un momento a otro caerán.
En mi cuadra el sonido de una alarma indica timbres, recreos y hasta enérgicos avisos para celebrar.
En una cuadra lejana la alarma es peligro de muerte, de atentados terroristas, de ataques a punto de perpetrar.
Mi cuadra hoy amanece patas arriba: una tormenta nocturna deja hojarasca en el asfalto, ramas por el piso, árboles caídos; todo un basural.
Una cuadra lejana despierta cabeza abajo: un ataque de madrugada deja un tendal de escombros y cenizas; y el eco de un grito gutural.
[La stretta frangia senza speranza
Nel mio quartiere un bambino piange (da calci e fa capricci) perché dalla mano della madre ad ogni angolo deve scappare.
In un quartiere lontano un bambino muore crivellato: fa parte dei danni collaterali di una terra santa, criminale.
Nel mio quartiere un uomo taglia l'erba, chiacchiera animatamente coi vicini, col sorriso sempre uguale.
In un quartiere lontano un uomo cade in ginocchio e non afferra delle sue perdite il perché: la casa, la famiglia, la città natale.
Nel mio quartiere una donna anziana trascina la sua sedia sulla banchina, nei pomeriggi, in un gesto quasi ancestrale.
In un quartiere lontano una donna anziana non ha più lacrime da lacrimare, (né sedie né cielo da guardare).
Nel mio quartiere una ragazza attraversa la città, coi suoi appunti sottobraccio e l'innocenza dell'età nel suo guardare.
In un quartiere lontano una ragazza offre il suo seno audace al fucile di un soldato e al suo sguardo che la pietà fa dimenticare.
Nel mio quartiere un cane s’impiglia tra le gambe del suo padrone al suono di un boato che predice un temporale.
In un quartiere lontano un cane s’accuccia sotto un albero inutile davanti al viavai di missili che sta per arrivare.
Nel mio quartiere il suono di un allarme traduce campanelli, ricreazioni, perfino vivaci esortazioni a festeggiare.
In un quartiere lontano un allarme è minaccia di morte, di attacchi sediziosi, di aggressioni infinite, da perpetrare.
Il mio quartiere oggi si sveglia a testa in giù: nella notte foglie morte sull'asfalto, rami sul marciapiede, alberi spezzati, foglie, rifiuti, un diluvio universale.
Un quartiere lontano si sveglia a testa in giù: un attacco all'alba lascia scie di ceneri e detriti, insieme all'eco di un grido gutturale.]
Traducción: Salvatore Pace.
23 de julio de 2014
Divagaciones
moldeándose a mis dichos y contradicciones.
Como un fantasma precario
que se acomoda a mis supersticiones.
Como una sombra innombrable
que se recuesta sobre mis imprecaciones.
Como un zombi agotado
que se pega al contorno de mis indecisiones.
Como un espíritu sin alma
que se asoma a mis imperfecciones.
Como una penumbra incoherente
que se aferra a mis imprevisiones.
Como un dibujo mal hecho.
Como un renglón ondulado.
Como un desierto en la arena.
Como una nube sin agua.
sentándose a horcajadas de mis tribulaciones.
22 de julio de 2014
Instantes
Todo lo que sucede,
sucede en un instante efímero y fugaz.
Una pareja se separa para siempre.
Dos ancianos se recuestan el uno sobre el otro.
Un perro se acomoda bajo la única sombra de un árbol.
Alguien se sienta en un banco y espera.
Un hombre de mirada adusta y banal
me pregunta si soy feliz.
sucede en un instante efímero y fugaz.
Una pareja se separa para siempre.
Dos ancianos se recuestan el uno sobre el otro.
Un perro se acomoda bajo la única sombra de un árbol.
Alguien se sienta en un banco y espera.
Un hombre de mirada adusta y banal
me pregunta si soy feliz.
19 de julio de 2014
Sensaciones
Aún no habíamos gastado
todo lo que teníamos para estrenar:
Las sonrisas.
El corazón.
Las lágrimas.
La decepción.
Aún no habíamos hecho uso
de todo lo que aún íbamos a inaugurar:
La ternura.
La pasión.
El alma.
La tentación.
Aún no habíamos dimensionado
todo lo que no obstante empezábamos a vislumbrar:
El desasosiego.
La admiración.
El abandono.
La frustración.
Aún no habíamos ponderado
todo lo que ya habíamos comenzado a transitar:
El sufrimiento.
La fascinación.
El entusiasmo.
La desesperación.
Hoy el aire huele a rancio,
algo en el suelo se percudió.
Nos ganó la cobardía.
Y pudo más la alienación.
todo lo que teníamos para estrenar:
Las sonrisas.
El corazón.
Las lágrimas.
La decepción.
Aún no habíamos hecho uso
de todo lo que aún íbamos a inaugurar:
La ternura.
La pasión.
El alma.
La tentación.
Aún no habíamos dimensionado
todo lo que no obstante empezábamos a vislumbrar:
El desasosiego.
La admiración.
El abandono.
La frustración.
Aún no habíamos ponderado
todo lo que ya habíamos comenzado a transitar:
El sufrimiento.
La fascinación.
El entusiasmo.
La desesperación.
Hoy el aire huele a rancio,
algo en el suelo se percudió.
Nos ganó la cobardía.
Y pudo más la alienación.
18 de julio de 2014
Mensaje en una botella
Y no puedo creer que me encuentre
discutiendo esto contigo.
Justo hoy, cuando ayer es demasiado tarde.
Justo hoy, cuando mañana es excesivamente pronto.
16 de julio de 2014
Fantasmas de otros
Aunque te cambies el nombre,
aunque te pintes el pelo,
aunque jures en vano,
aunque rehagas tus sueños.
Aunque te vuelvas creyente,
aunque desates promesas,
aunque cruces desiertos,
aunque te pienses de vuelta.
Aunque rompas mentiras,
aunque repares verdades,
aunque te arrepientas de todo,
aunque comulgues con nada.
Aunque renueves disfraces,
aunque te tornes decente,
aunque te descubras valiente,
aunque te reinventes sin ganas.
(En definitiva, nunca seremos otros).
aunque te pintes el pelo,
aunque jures en vano,
aunque rehagas tus sueños.
Aunque te vuelvas creyente,
aunque desates promesas,
aunque cruces desiertos,
aunque te pienses de vuelta.
Aunque rompas mentiras,
aunque repares verdades,
aunque te arrepientas de todo,
aunque comulgues con nada.
Aunque renueves disfraces,
aunque te tornes decente,
aunque te descubras valiente,
aunque te reinventes sin ganas.
(En definitiva, nunca seremos otros).
15 de julio de 2014
Una plaza es el resumen del mundo
Una madre reta a su pequeño, que empacado se ha sentado en el piso a llorar.
Una pareja es retratada por el lente de un extraño, capturando un momento que no volverá a pasar.
Un señor preocupado, masculla al teléfono algo sobre un paro nacional.
Un padre corre divertido, tironeado por unos deditos tímidos y unos pies que parecen volar.
Una cara redonda de dientes salteados se asoma tras un algodón de azúcar rosado a medio masticar.
Una anciana tararea una canción de antaño empujando un carrito de tela a medio remendar.
Un joven solitario se agarra la cabeza como sosteniendo el peso de todo el mundo sin poderlo cambiar.
Dos hermanitas tomadas de la mano apuran el paso (y se ríen y cantan) cada una con su delantal.
Una mujer de traje azul aprieta un sobre de papel madera contra su pecho y agacha una mirada espectral.
Un grupo de adolescentes se sumerge al unísono en submundos comandados por auriculares en un viaje demencial.
El mundo cabe en una plaza. Y yo sin poderlo explicar.
Una pareja es retratada por el lente de un extraño, capturando un momento que no volverá a pasar.
Un señor preocupado, masculla al teléfono algo sobre un paro nacional.
Un padre corre divertido, tironeado por unos deditos tímidos y unos pies que parecen volar.
Una cara redonda de dientes salteados se asoma tras un algodón de azúcar rosado a medio masticar.
Una anciana tararea una canción de antaño empujando un carrito de tela a medio remendar.
Un joven solitario se agarra la cabeza como sosteniendo el peso de todo el mundo sin poderlo cambiar.
Dos hermanitas tomadas de la mano apuran el paso (y se ríen y cantan) cada una con su delantal.
Una mujer de traje azul aprieta un sobre de papel madera contra su pecho y agacha una mirada espectral.
Un grupo de adolescentes se sumerge al unísono en submundos comandados por auriculares en un viaje demencial.
El mundo cabe en una plaza. Y yo sin poderlo explicar.
12 de julio de 2014
Naufragio
Emerjo a empujones
desde un mar a contramano.
He nadado todos los estilos,
los naufragios no me han vencido.
Camino por una playa pedregosa
que succiona mis pisadas.
Me dirijo hacia el oeste
en pesado zigzagueo.
Los tres puntos cardinales que he negado
tironean los jirones de mi saco.
Sólo miro hacia adelante,
la mirada puesta en el ocaso,
Un ocaso que se hunde esquivo,
tras un sol que se desangra.
desde un mar a contramano.
He nadado todos los estilos,
los naufragios no me han vencido.
Camino por una playa pedregosa
que succiona mis pisadas.
Me dirijo hacia el oeste
en pesado zigzagueo.
Los tres puntos cardinales que he negado
tironean los jirones de mi saco.
Sólo miro hacia adelante,
la mirada puesta en el ocaso,
Un ocaso que se hunde esquivo,
tras un sol que se desangra.
18 de junio de 2014
Multiversos
En un mundo hipotético
hubiéramos tomado ese primer café
que nunca me invitaste
y que yo nunca acepté.
En un universo paralelo
te hubieras quedado un ratito más
aún sabiendo que los ratitos más pequeños
también traen aparejado un irse luego.
En un espacio equidistante
me hubiera recostado en tu abrazo largo
del que solo me hubiese desprendido
al llegar la primavera.
En una realidad simultánea
hubiéramos ido al cine,
caminado la noche,
recorrido los días.
Pero ya ves,
no somos una metáfora del mundo real.
Y los multiversos siempre se empeñan en existir
del otro lado de nuestra realidad.
hubiéramos tomado ese primer café
que nunca me invitaste
y que yo nunca acepté.
En un universo paralelo
te hubieras quedado un ratito más
aún sabiendo que los ratitos más pequeños
también traen aparejado un irse luego.
En un espacio equidistante
me hubiera recostado en tu abrazo largo
del que solo me hubiese desprendido
al llegar la primavera.
En una realidad simultánea
hubiéramos ido al cine,
caminado la noche,
recorrido los días.
Pero ya ves,
no somos una metáfora del mundo real.
Y los multiversos siempre se empeñan en existir
del otro lado de nuestra realidad.
15 de junio de 2014
Portarretratos
Voy hasta la mesita del living donde he puesto nuestro portarretratos.
Lo llevo conmigo hasta la cocina
y lo asiento sobre la mesada
mientras preparo el café de la mañana.
Unos ojitos de recién nacida,
-apenas entreabiertos y en los que ya no alcanzo a reconocerme-,
me miran desde él: ¿soy ella? ¿Lo fui alguna vez?
¿Dónde está ahora la niña de esos ojos?
(Ay, del tiempo y sus torpezas,
que nos atrapa en una fotografía y nos larga a vivir la vida sin indicaciones).
El la mira, pensando vaya a saber qué pensamientos.
Ella se va quedando dormida,
envuelta en ese olor a tabaco y taller,
al son de una voz ronca que dice palabras que no son de él.
Dos cosas quisiera esta tibia mañana de junio:
Que él pudiera torcer la mirada un instante
y reconocerme en la niña que en aquel tiempo fui.
Sumergirme una vez más en ese gigantesco brazo,
que por entonces le bastaba para cargar
a la mujer en la que me convertí.
Lo llevo conmigo hasta la cocina
y lo asiento sobre la mesada
mientras preparo el café de la mañana.
Unos ojitos de recién nacida,
-apenas entreabiertos y en los que ya no alcanzo a reconocerme-,
me miran desde él: ¿soy ella? ¿Lo fui alguna vez?
¿Dónde está ahora la niña de esos ojos?
(Ay, del tiempo y sus torpezas,
que nos atrapa en una fotografía y nos larga a vivir la vida sin indicaciones).
El la mira, pensando vaya a saber qué pensamientos.
Ella se va quedando dormida,
envuelta en ese olor a tabaco y taller,
al son de una voz ronca que dice palabras que no son de él.
Dos cosas quisiera esta tibia mañana de junio:
Que él pudiera torcer la mirada un instante
y reconocerme en la niña que en aquel tiempo fui.
Sumergirme una vez más en ese gigantesco brazo,
que por entonces le bastaba para cargar
a la mujer en la que me convertí.
3 de junio de 2014
Abandono
Le impusiste una sonrisa bobalicona,
sin siquiera preguntarle si la quería.
Por eso no supe qué hacer con ella cuando te fuiste.
Me limité a alimentarla durante días,
bajé la temperatura de sus labios a fuerza de paños mojados.
Bach sonó fuerte en la casa para tapar su silencio.
La cuidé con la paciencia con que se cuida a un enfermo.
Cerré puertas, corrí cortinas, bajé persianas.
Clavé un cartel de cuarentena en la entrada de la casa.
No emitió sonido alguno durante semanas
hasta que el sol del verano se le metió por las comisuras
dejando caer un pedazo de duelo.
No sé qué hubiera preferido.
Esbozó una sonrisa lánguida y agónica
y luego se apagó para siempre.
sin siquiera preguntarle si la quería.
Por eso no supe qué hacer con ella cuando te fuiste.
Me limité a alimentarla durante días,
bajé la temperatura de sus labios a fuerza de paños mojados.
Bach sonó fuerte en la casa para tapar su silencio.
La cuidé con la paciencia con que se cuida a un enfermo.
Cerré puertas, corrí cortinas, bajé persianas.
Clavé un cartel de cuarentena en la entrada de la casa.
No emitió sonido alguno durante semanas
hasta que el sol del verano se le metió por las comisuras
dejando caer un pedazo de duelo.
No sé qué hubiera preferido.
Esbozó una sonrisa lánguida y agónica
y luego se apagó para siempre.
26 de mayo de 2014
Mutación
Cada decenio muta su piel,
se sacude de encima su alma
y cambia su esencia.
Transmuta,
se abandona,
se pierde.
Se arrastra hasta el borde del acantilado de siempre.
Tira su cuerpo a la vera de ese camino
aciago y solitario.
El sol desértico aja despacio su piel
en un rito dulce y tortuoso.
La lluvia es bálsamo que cura sus llagas amarillas.
No se mueve, apenas un quejido.
Acepta su castigo como se acepta lo amargo
lo oscuro, lo hostil.
Es el precio a pagar por haber nacido.
Por acarrear con su existencia.
Y ella bien lo sabe.
Como cada nuevo decenio,
una nueva piel emergerá
desde lo más profundo.
Ya depuradas (casi vírgenes),
su alma y su esencia
se alistarán para una nueva batalla.
se sacude de encima su alma
y cambia su esencia.
Transmuta,
se abandona,
se pierde.
Se arrastra hasta el borde del acantilado de siempre.
Tira su cuerpo a la vera de ese camino
aciago y solitario.
El sol desértico aja despacio su piel
en un rito dulce y tortuoso.
La lluvia es bálsamo que cura sus llagas amarillas.
No se mueve, apenas un quejido.
Acepta su castigo como se acepta lo amargo
lo oscuro, lo hostil.
Es el precio a pagar por haber nacido.
Por acarrear con su existencia.
Y ella bien lo sabe.
Como cada nuevo decenio,
una nueva piel emergerá
desde lo más profundo.
Ya depuradas (casi vírgenes),
su alma y su esencia
se alistarán para una nueva batalla.
16 de mayo de 2014
Desconcierto
Hoy me levanté atolondrada,
como si mi cuerpo no me correspondiera,
como si quisiera irse a no sé qué lugar.
Y me siento incapaz de contenerlo.
Me amontono en un sillón,
me hago un ovillo minúsculo,
entierro la cara entre las piernas.
Y me pregunto si así se sentirá la desolación.
18 de abril de 2014
Locura II
Prefiero la locura
a este limbo sin sentido
de palabras mal vestidas.
Prefiero la locura
a este borde oscuro y solitario
a la vera del camino.
Prefiero la locura
a este fango pegajoso
de cartón y plastilina.
Prefiero la locura
a este mundo inacabado
de arena movediza.
Prefiero la locura
a este transitar insulso y desabrido
que se parece tanto a la insanía.
a este limbo sin sentido
de palabras mal vestidas.
Prefiero la locura
a este borde oscuro y solitario
a la vera del camino.
Prefiero la locura
a este fango pegajoso
de cartón y plastilina.
Prefiero la locura
a este mundo inacabado
de arena movediza.
Prefiero la locura
a este transitar insulso y desabrido
que se parece tanto a la insanía.
11 de abril de 2014
Juegos
A veces sucede
que me entran unas ganas irreprimibles de querer patear el mundo.
Entonces escojo un juego. Uno cualquiera.
Hoy, por ejemplo, se me ha dado por las escondidas:
me escondo tras mis lentes oscuros o debajo de un libro gordo y viejo. Y el mundo no me encuentra.
Ayer, sin ir más lejos, elegí el juego del desarme:
me deshice en todos los pedazos que soy
y los vi desparramarse por el piso
como imanes de polos opuestos, retorciéndose, los contorsionistas.
Pero antes de ayer jugué al juego del todo cambia:
subí el volumen de canciones que no sonaron como antes,
olí una lluvia que no supo igual,
sentí una brisa suave de primavera que también ha cambiado.
Mañana, que es domingo, voy a tomarme el día libre.
Y oiré los ruidos en la cocina que ya no vaticinan cenas en familia.
Y oleré el café recién hecho, que se ha vencido.
Y me resignaré frente al ladrido distorsionado de aquel perro de la esquina.
Y sé que no encontraré lo que estoy buscando.
Imposible recuperar, aquí y ahora, todo lo que ya selló mi pasado.
Pero a veces sucede que estoy triste
y la tristeza tampoco viene como antes.
[A volte capita
Che mi assale un desiderio irrefrenabile di voler prendere a calci il mondo.
E allora scelgo un gioco. Uno qualsiasi.
Oggi, per esempio, m’è venuta voglia di giocare a nascondino:
Mi nascondo dietro gli occhiali scuri o sotto un libro grosso e vecchio.
E il mondo non riesce a trovarmi.
Ieri, senza andare più lontano, ho scelto il gioco del disarmo:
Mi sono sfatta in tutti i pezzi che sono
E li ho visti spargersi sul pavimento
Come magneti di poli opposti, torcendosi, come contorsionisti.
Ma ieri l’altro ho giocato al gioco del tutto cambia:
Ho alzato il volume delle canzoni che non suonavano come prima,
Ho annusato la pioggia che non aveva lo stesso odore,
Ho sentito una brezza soave di primavera, anch’essa cambiata.
Domani, che è Domenica, mi prenderò un giorno di libertà.
E sentirò i rumori in cucina che non vaticinano cene in famiglia.
E annuserò il caffè appena fatto, e già scaduto.
E mi rassegnerò al latrare distorto di quel cane dietro l’angolo.
E so che non troverò quello che sto cercando.
Impossibile recuperare, qui e ora, tutto ciò che il mio passato ha sigillato.
Ma a volte capita che sono triste
E la tristezza non viene più come prima.]
que me entran unas ganas irreprimibles de querer patear el mundo.
Entonces escojo un juego. Uno cualquiera.
Hoy, por ejemplo, se me ha dado por las escondidas:
me escondo tras mis lentes oscuros o debajo de un libro gordo y viejo. Y el mundo no me encuentra.
Ayer, sin ir más lejos, elegí el juego del desarme:
me deshice en todos los pedazos que soy
y los vi desparramarse por el piso
como imanes de polos opuestos, retorciéndose, los contorsionistas.
Pero antes de ayer jugué al juego del todo cambia:
subí el volumen de canciones que no sonaron como antes,
olí una lluvia que no supo igual,
sentí una brisa suave de primavera que también ha cambiado.
Mañana, que es domingo, voy a tomarme el día libre.
Y oiré los ruidos en la cocina que ya no vaticinan cenas en familia.
Y oleré el café recién hecho, que se ha vencido.
Y me resignaré frente al ladrido distorsionado de aquel perro de la esquina.
Y sé que no encontraré lo que estoy buscando.
Imposible recuperar, aquí y ahora, todo lo que ya selló mi pasado.
Pero a veces sucede que estoy triste
y la tristeza tampoco viene como antes.
[A volte capita
Che mi assale un desiderio irrefrenabile di voler prendere a calci il mondo.
E allora scelgo un gioco. Uno qualsiasi.
Oggi, per esempio, m’è venuta voglia di giocare a nascondino:
Mi nascondo dietro gli occhiali scuri o sotto un libro grosso e vecchio.
E il mondo non riesce a trovarmi.
Ieri, senza andare più lontano, ho scelto il gioco del disarmo:
Mi sono sfatta in tutti i pezzi che sono
E li ho visti spargersi sul pavimento
Come magneti di poli opposti, torcendosi, come contorsionisti.
Ma ieri l’altro ho giocato al gioco del tutto cambia:
Ho alzato il volume delle canzoni che non suonavano come prima,
Ho annusato la pioggia che non aveva lo stesso odore,
Ho sentito una brezza soave di primavera, anch’essa cambiata.
Domani, che è Domenica, mi prenderò un giorno di libertà.
E sentirò i rumori in cucina che non vaticinano cene in famiglia.
E annuserò il caffè appena fatto, e già scaduto.
E mi rassegnerò al latrare distorto di quel cane dietro l’angolo.
E so che non troverò quello che sto cercando.
Impossibile recuperare, qui e ora, tutto ciò che il mio passato ha sigillato.
Ma a volte capita che sono triste
E la tristezza non viene più come prima.]
Traducción: Salvatore Pace.
10 de abril de 2014
Locura
A veces me pregunto
si así se verá la locura.
Una mirada perdida
hacia una nada inalcanzable.
Un murmullo espeso de voces
haciendo fuerza para desenredarse.
Un susurro incesante de palabras
que se repiten y no paran.
Un estar suspendido
en un tiempo sin coordenadas.
Línea delgada, muro finito.
Barrera menuda, valla ligera, distancia sutil.
A veces me pregunto
si así se verá la locura.
A veces me contesto
que desde donde estoy parada, no se ve tan mal.
si así se verá la locura.
Una mirada perdida
hacia una nada inalcanzable.
Un murmullo espeso de voces
haciendo fuerza para desenredarse.
Un susurro incesante de palabras
que se repiten y no paran.
Un estar suspendido
en un tiempo sin coordenadas.
Línea delgada, muro finito.
Barrera menuda, valla ligera, distancia sutil.
A veces me pregunto
si así se verá la locura.
A veces me contesto
que desde donde estoy parada, no se ve tan mal.
2 de marzo de 2014
25 de febrero de 2014
Reminiscencia
¿Te acordás cuando sabías volar?
Tenías unas alas que te nacían
justo debajo de los omóplatos
y se agitaban según soplaba el viento.
¿Te acordás cuando eras invisible?
Te levantabas la punta del vestido
y descalza, dabas saltitos entre gente
que ni siquiera percibía tu fervor.
¿Te acordás cuando eras inmortal?
Jugabas todos los roles,
total tenías el tiempo del mundo
para hacerlo y deshacerlo todo una y otra vez.
¿Te acordás cuándo pasó?
Sucedió más o menos en la misma época.
Te daban una risa bárbara las personas que decían
que las alas se caían,
que la invisibilidad era mentira,
que la vida era finita.
Vos revoloteabas de un lado al otro el día entero.
Aparecías y desaparecías llena de muecas y risitas sabihondas.
Caminabas siempre al borde de una cornisa imperceptible
mientras se abría un cielo púrpura a tus pies.
Ya no te reís como antes.
Tampoco te he visto volar con el viento,
ni pasar entre la gente sin ser vista
mientras le hacés un corte de mangas a la muerte.
¿Te acordás cuándo pasó?
Sucedió más o menos en la misma época.
[Ti ricordi quando sapevi volare? Avevi certe ali che ti spuntavano Proprio sotto le scapole E si agitavano al soffiare del vento. Ti ricordi quando eri invisibile? Sollevavi l’orlo del vestito E, scalza, saltellavi tra la gente Che a stento percepiva il tuo fervore. Ti ricordi quando eri immortale? Giocavi tutti i ruoli, tanto avevi Tutto il tempo del mondo per farlo E disfarlo tutto, una e un’altra volta. Ti ricordi quando fu? Accadde, più o meno, nello stesso momento. Ridevi a perdifiato quando le persone dicevano Che le ali sarebbero cadute, Che l’invisibilità era una bugia, Che la vita era breve. Tu svolazzavi da una parte all’altra tutto il giorno. Apparivi e scomparivi piena di smorfie e risatine saputelle. Camminavi sempre ai bordi di una cornice impercettibile Mentre s’apriva un cielo porpora ai tuoi piedi. Già non ridi come prima. Né ti ho visto volare insieme al vento, né passare, invisibile, tra la gente mentre fai il gesto dell’ombrello alla morte. Ti ricordi quando fu? Accadde, più o meno, nello stesso momento.]
justo debajo de los omóplatos
y se agitaban según soplaba el viento.
¿Te acordás cuando eras invisible?
Te levantabas la punta del vestido
y descalza, dabas saltitos entre gente
que ni siquiera percibía tu fervor.
¿Te acordás cuando eras inmortal?
Jugabas todos los roles,
total tenías el tiempo del mundo
para hacerlo y deshacerlo todo una y otra vez.
¿Te acordás cuándo pasó?
Sucedió más o menos en la misma época.
Te daban una risa bárbara las personas que decían
que las alas se caían,
que la invisibilidad era mentira,
que la vida era finita.
Vos revoloteabas de un lado al otro el día entero.
Aparecías y desaparecías llena de muecas y risitas sabihondas.
Caminabas siempre al borde de una cornisa imperceptible
mientras se abría un cielo púrpura a tus pies.
Ya no te reís como antes.
Tampoco te he visto volar con el viento,
ni pasar entre la gente sin ser vista
mientras le hacés un corte de mangas a la muerte.
¿Te acordás cuándo pasó?
Sucedió más o menos en la misma época.
[Ti ricordi quando sapevi volare? Avevi certe ali che ti spuntavano Proprio sotto le scapole E si agitavano al soffiare del vento. Ti ricordi quando eri invisibile? Sollevavi l’orlo del vestito E, scalza, saltellavi tra la gente Che a stento percepiva il tuo fervore. Ti ricordi quando eri immortale? Giocavi tutti i ruoli, tanto avevi Tutto il tempo del mondo per farlo E disfarlo tutto, una e un’altra volta. Ti ricordi quando fu? Accadde, più o meno, nello stesso momento. Ridevi a perdifiato quando le persone dicevano Che le ali sarebbero cadute, Che l’invisibilità era una bugia, Che la vita era breve. Tu svolazzavi da una parte all’altra tutto il giorno. Apparivi e scomparivi piena di smorfie e risatine saputelle. Camminavi sempre ai bordi di una cornice impercettibile Mentre s’apriva un cielo porpora ai tuoi piedi. Già non ridi come prima. Né ti ho visto volare insieme al vento, né passare, invisibile, tra la gente mentre fai il gesto dell’ombrello alla morte. Ti ricordi quando fu? Accadde, più o meno, nello stesso momento.]
24 de febrero de 2014
Sentires
Sentires.
Nada puede hacerse para combatirlos.
Razón absoluta de conceptos
Y mil frases que se van por los acantilados.
Verdad sin proezas inventada
Amuleto maleable y lleno de esperanzas.
Coraza que intento no cierta
Y se anida en mi garganta.
Sollozo último
Intento inválido, desesperado...
Física cuántica inexpresiva
Mecánica de objetos inanimados
Observar desde uno como si uno fuera el otro.
Arrancarse las ganas, la piel, la sangre.
Sentires.
Abolir el deseo
Limitar el miedo
Mutilar la esperanza
Sentires.
Suicidio en masa de palabras.
Nada puede hacerse para combatirlos.
Razón absoluta de conceptos
Y mil frases que se van por los acantilados.
Verdad sin proezas inventada
Amuleto maleable y lleno de esperanzas.
Coraza que intento no cierta
Y se anida en mi garganta.
Sollozo último
Intento inválido, desesperado...
Física cuántica inexpresiva
Mecánica de objetos inanimados
Observar desde uno como si uno fuera el otro.
Arrancarse las ganas, la piel, la sangre.
Sentires.
Abolir el deseo
Limitar el miedo
Mutilar la esperanza
Sentires.
Suicidio en masa de palabras.
16 de febrero de 2014
Pena, penita, pena
Tengo una pena finita
como una aguja de coser,
como un papel de fumar, como un hilo dental.
Tengo una pena filosa
como una katana de samurái,
como un bisturí de cirujano, como un cuchillo de metal.
Tengo una pena feroz
como una tormenta implacable,
como un lobo estepario, como un alarido brutal.
Tengo una pena fugitiva
como una novia indecisa,
como un preso de Alcatraz, como un ladrón de festival.
Tengo una pena festiva,
ferviente,
fatídica, funesta, fantasmal.
Pena facciosa, ficticia, falaz.
Pena famélica, fanfarrona, fatal.
Pena fecunda, farolera, fugaz.
Tengo una pena finita,
firme y final.
como una aguja de coser,
como un papel de fumar, como un hilo dental.
Tengo una pena filosa
como una katana de samurái,
como un bisturí de cirujano, como un cuchillo de metal.
Tengo una pena feroz
como una tormenta implacable,
como un lobo estepario, como un alarido brutal.
Tengo una pena fugitiva
como una novia indecisa,
como un preso de Alcatraz, como un ladrón de festival.
Tengo una pena festiva,
ferviente,
fatídica, funesta, fantasmal.
Pena facciosa, ficticia, falaz.
Pena famélica, fanfarrona, fatal.
Pena fecunda, farolera, fugaz.
Tengo una pena finita,
firme y final.
13 de febrero de 2014
No obstante
No obstante quiero que sepas
que voy a seguir intentando dejarte siempre.
Que por más que vuelva una y otra vez,
siempre me estaré yendo.
Que no seremos nunca esa fotografía
que nos mira desde un portarretratos de bronce.
Ni la foto de esa pareja abrazada y feliz
que se envía por correo postal en las navidades.
Que cada vez que vuelvas a buscarme
volveré con vos al umbral de nuestra historia.
Que tomaré tu mano, obediente,
(los pies juntitos, el pelo recién lavado).
Que escucharé -y repetiré, como un mantra sagrado-
todas las palabras de amor que nos sabemos.
Que te dejaré llevarme al cine,
a cenar y hasta a dar un paseo por el parque.
Que me dormiré acurrucada sobre tus piernas
en el sillón del living mientras vos balbuceás alguna cosa.
No obstante quiero que sepas
que voy a seguir yéndome siempre.
que voy a seguir intentando dejarte siempre.
Que por más que vuelva una y otra vez,
siempre me estaré yendo.
Que no seremos nunca esa fotografía
que nos mira desde un portarretratos de bronce.
Ni la foto de esa pareja abrazada y feliz
que se envía por correo postal en las navidades.
Que cada vez que vuelvas a buscarme
volveré con vos al umbral de nuestra historia.
Que tomaré tu mano, obediente,
(los pies juntitos, el pelo recién lavado).
Que escucharé -y repetiré, como un mantra sagrado-
todas las palabras de amor que nos sabemos.
Que te dejaré llevarme al cine,
a cenar y hasta a dar un paseo por el parque.
Que me dormiré acurrucada sobre tus piernas
en el sillón del living mientras vos balbuceás alguna cosa.
No obstante quiero que sepas
que voy a seguir yéndome siempre.
6 de febrero de 2014
Negación
Me niego
a no poder volver sobre ciertas sensaciones
(las primeras veces, los primeros pasos, las primeras decepciones).
Me rehúso
a ignorar el convite
a asomarme a algunas emociones
(los primeros besos, las primeras lluvias, los primeros amores).
Me rebelo
ante el mandato divino
de los nunca más y los adioses para siempre
(los primeros sueños, las primeras satisfacciones, los primeros dolores).
Rechazo de cuajo abandonarme a la imprudencia del olvido.
Me rebelo ante la muerte, mientras aún tenga la vida.
a no poder volver sobre ciertas sensaciones
(las primeras veces, los primeros pasos, las primeras decepciones).
Me rehúso
a ignorar el convite
a asomarme a algunas emociones
(los primeros besos, las primeras lluvias, los primeros amores).
Me rebelo
ante el mandato divino
de los nunca más y los adioses para siempre
(los primeros sueños, las primeras satisfacciones, los primeros dolores).
Rechazo de cuajo abandonarme a la imprudencia del olvido.
Me rebelo ante la muerte, mientras aún tenga la vida.
7 de enero de 2014
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- Guillermina Delupi
- Córdoba, Córdoba, Argentina
- Guillermina Delupi© nació en San Luis en 1975. Actualmente vive en Córdoba. En 2011 participó del Primer Certamen de Ensayos "Las Nuestras. Mujeres que hicieron historia en Córdoba" y su ensayo fue publicado en un libro que reunió los relatos ganadores. En diciembre de ese año La Central, revista cordobesa de cultura, publicó su relato: "El hacedor de pollitos de colores". El diario Los Andes (Mendoza) publicó en 2012 el cuento "Noticia de una muerte" y en diciembre de 2013 la revista Rumbos digital publicó su relato "Las mujeres de mi familia". En 2014, la editorial Dunken incluyó su poema "De una vez" en la compilación "Letras del Face 3" y seleccionó “El hacedor de pollitos de colores” para integrar el libro de cuentos “Viajá conmigo”. En junio de 2014 ganó el 3° premio en el certamen literario nacional Paco Urondo y en septiembre Marcel Maidana Ediciones editó su eBook: “Fantasmas de otros”. En junio de 2019, su primer recital de poesía recibió un beneplácito del Concejo Deliberante de Córdoba por su aporte a la cultura. Ah, su amiga Emma Gunst (emmagunst.blogspot.com.ar) publicó tres de sus poemas en el blog que reúne a mujeres poetas de todo el mundo y de todos los tiempos.