todo lo que teníamos para estrenar:
Las sonrisas.
El corazón.
Las lágrimas.
La decepción.
Aún no habíamos hecho uso
de todo lo que aún íbamos a inaugurar:
La ternura.
La pasión.
El alma.
La tentación.
Aún no habíamos dimensionado
todo lo que no obstante empezábamos a vislumbrar:
El desasosiego.
La admiración.
El abandono.
La frustración.
Aún no habíamos ponderado
todo lo que ya habíamos comenzado a transitar:
El sufrimiento.
La fascinación.
El entusiasmo.
La desesperación.
Hoy el aire huele a rancio,
algo en el suelo se percudió.
Nos ganó la cobardía.
Y pudo más la alienación.
1 comentario:
"Hay que destruir sistemáticamente aquella difundida y penetrante
ilusión de la impotencia"
(David Cooper. La Muerte de la Familia)
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