Una pareja es retratada por el lente de un extraño, capturando un momento que no volverá a pasar.
Un señor preocupado, masculla al teléfono algo sobre un paro nacional.
Un padre corre divertido, tironeado por unos deditos tímidos y unos pies que parecen volar.
Una cara redonda de dientes salteados se asoma tras un algodón de azúcar rosado a medio masticar.
Una anciana tararea una canción de antaño empujando un carrito de tela a medio remendar.
Un joven solitario se agarra la cabeza como sosteniendo el peso de todo el mundo sin poderlo cambiar.
Dos hermanitas tomadas de la mano apuran el paso (y se ríen y cantan) cada una con su delantal.
Una mujer de traje azul aprieta un sobre de papel madera contra su pecho y agacha una mirada espectral.
Un grupo de adolescentes se sumerge al unísono en submundos comandados por auriculares en un viaje demencial.
El mundo cabe en una plaza. Y yo sin poderlo explicar.
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