por todo el cuerpo.
Se me sale tu nombre
y no puedo evitarlo.
No importa
lo que quiera decir
es tu nombre
el que me sale.
Por los poros,
por los ojos,
de los labios.
Es tu nombre
el que aparece
en el aire,
por la calle,
entre el tránsito.
Colgando
en los andamios,
dibujando pasos
en las peatonales,
detenido
en las esquinas
esperando la luz verde
del semáforo.
Es tu nombre
el que me ronda
en los lugares
más impensados
y se ríe por lo bajo
mientras bebo de a sorbitos
el café de la mañana.
Es tu nombre el que me sale.
Se me sale tu nombre
y no lo callo
porque tu nombre
es la excusa perfecta
para así, poder nombrarte.
1 comentario:
Al final del día atravieso en coche la ciudad de Charleston, y mientras miro el puente que me lleva a casa noto que unas palabras me brotan de dentro, no puedo detenerlas ni sé porque las digo, pero al llegar a lo alto del puente, esas palabras llegan a mí en un susurro, las digo como una oración, como un lamento, como una alabanza, digo: Lowenstein, Lowenstein, Lowenstein.'
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