amasarlos,
apretarlos,
manosearlos.
Masticarlos hasta que sangren,
supuren,
fermenten,
naufraguen.
A los dolores hay que dolerlos,
domarlos,
ablandarlos,
mitigarlos.
Estrujarlos hasta domesticarlos,
que invadan el cuerpo,
que se hagan forúnculo,
que horaden.
A los dolores hay que dolerlos
porque es la única manera de salvarnos.
2 comentarios:
Hola, Guillermina.
Soy nueva por aquí, de hecho no creo haber comentado hasta ahora.
este poema me gustó mucho por su intensidad y porque además me levó de viaje, sin escalas, a lo mejor de Girondo.
Hola, Silvia. Un placer tenerte entonces por acá. Agradezco tus palabras (aunque me quede tan grande el majestuoso Oliverio). ¡Abrazo! :)
Publicar un comentario