Porque besarla es hurgar en tus recovecos,
escarbar con un palito tu esencia,
penetrarte hasta el hueso tocándote apenas.
Quiero besar tu cicatriz.
Porque besarla es coquetear con tu sombra
tocar sin piel a todos los hombres que fuiste,
revolver sin clemencia tu cordura,
acariciarle la cara al niño que aún sos.
Pero vos me mirás con esos ojos grandes que tenés
y seguís parado, imperturbable, como si nada.
Como si lo mío fuese un capricho,
un antojo absurdo y perentorio.
Como si no comprendieras que ese beso es la llave,
único “ábrete sésamo” posible
a la entrada (apenas visible)
del paso nivel tras el que se guarece tu alma.
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