13 de octubre de 2017

Paseo

Busco mi mochila, me calzo los auriculares,
salgo a la calle y cruzo el puente que me lleva 
hacia el centro de la ciudad. 
Todos huyen de esa mole de cemento 
que los condena a la alienación y la ceguera
pero yo voy en busca de la Maga
y me adentro en ella.
Llego a nuestro punto de encuentro 
antes de la hora señalada,
prendo un cigarrillo y me entretengo en el vitral azul y blanco 
que divide uno de los balcones de la casona antigua 
que colinda con la radio.
Una paloma emprende su vuelo 
en el momento exacto en que ella cruza la calle. 
Está hermosa (es hermosa).
Nos abrazamos 
y emprendemos la caminata.
Le echo en cara su excéntrica idea,
ella ríe y se deshace en promesas: 
de su mano veré el encanto del centro un sábado por la tarde.  
El viaje empieza en Alvear y 25 de Mayo,
nos perdemos por las peatonales vacías: 
yo la invito a una partida de ajedrez en la Plazoleta del Fundador,
y ella, a merendar en Mandarina.
Cruzamos anécdotas del oficio que compartimos 
para descubrirnos en las mismas fobias.
El sonido de un saxo se mezcla con una guitarra lejana 
y dibuja en el aire un clima de vacaciones. 
Entramos a la calle Caseros con el sol aún a nuestras espaldas. 
Sólo se oye el sonido de nuestros pasos taconeando las baldosas solitarias. 
Hablamos sobre las tristezas, el amor y la muerte.
Llegamos a una esquina y se abre ante nosotras 
el ‘jardín de los senderos que se bifurcan’. 
Ella me pide que defina nuestro rumbo. 
Por San Martín, desembocamos en una Avenida Colón
más vacía que de costumbre.
La invito un café en el Richmond 
y le señalo el edificio más angosto del mundo. 
Se fascina con La Mundial, emblema de dos arquitectos franceses. 
Nos acercamos a la puerta:
uno de sus pisos está a la venta.  
Toma una fotografía mientras promete hacer una cita para verlo
(también divaga un rato 
sobre cómo sería vivir en un edificio tan angosto).
No puedo recordar en qué calle finalmente nos separamos. 
Sé que le dí otro abrazo. 
Sé que le agradecí el paseo. 
Sé que prometió que nos veríamos más seguido.
Pero con la Maga siempre es así:
un encuentro furtivo y sin horarios, yendo hacia cualquier lugar.
Y esa invitación -siempre necesaria- a redescubrir lo que siempre estuvo ahí 
pero que habíamos olvidado.

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Córdoba, Córdoba, Argentina
Guillermina Delupi© nació en San Luis en 1975. Actualmente vive en Córdoba. En 2011 participó del Primer Certamen de Ensayos "Las Nuestras. Mujeres que hicieron historia en Córdoba" y su ensayo fue publicado en un libro que reunió los relatos ganadores. En diciembre de ese año La Central, revista cordobesa de cultura, publicó su relato: "El hacedor de pollitos de colores". El diario Los Andes (Mendoza) publicó en 2012 el cuento "Noticia de una muerte" y en diciembre de 2013 la revista Rumbos digital publicó su relato "Las mujeres de mi familia". En 2014, la editorial Dunken incluyó su poema "De una vez" en la compilación "Letras del Face 3" y seleccionó “El hacedor de pollitos de colores” para integrar el libro de cuentos “Viajá conmigo”. En junio de 2014 ganó el 3° premio en el certamen literario nacional Paco Urondo y en septiembre Marcel Maidana Ediciones editó su eBook: “Fantasmas de otros”. En junio de 2019, su primer recital de poesía recibió un beneplácito del Concejo Deliberante de Córdoba por su aporte a la cultura. Ah, su amiga Emma Gunst (emmagunst.blogspot.com.ar) publicó tres de sus poemas en el blog que reúne a mujeres poetas de todo el mundo y de todos los tiempos.