diré que la felicidad es un olor a lluvia
que se cuela por la ventana
en una tarde gris de enero.
Que la he visto en los pies
de tres pequeños renegridos
pisoteando con fervor una hilera
de globos anaranjados y amarillos.
Que la he oído reír a carcajadas
detrás de un ocaso
mientras vos y yo esquivábamos los charcos.
Diré que me visita
cuando la noche trepa
como una enredadera por las paredes
de esta cárcel.
Por si acaso me preguntan
diré que la felicidad me toca
con sus manos tibias
aunque siempre se esté yendo
apenas asomada la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario