cubierto por una frazada que apenas alcanza
para mitigar los 6 grados de este frío otoñal.
Sus manos tiemblan,
sus ojos se entrecierran para cubrirse del viento,
sus pies asoman descalzos y sucios.
Esta noche es Halloween y el padre
le ha comprado a la pequeña
una bolsa repleta de caramelos.
La niña se olvida del frío por un instante;
come con toda la boca,
muerde con el cuerpo entero,
traga con fuerza y sus ojos brillan.
En un ejercicio casi mecánico,
el padre agita una lata
en la que resuenan tres o cuatro monedas.
También ríe. Y canta.
Al fondo de la avenida,
un Arco del Triunfo se erige inútil
confirmando una vez más que el mundo
no ha triunfado en nada.
En esta noche de Halloween,
el padre y la niña disfrutan
de una felicidad que les es ajena,
ignorando el contraste brutal
con los lujosos locales
que se recuestan sobre la Champs Elysèes.
En esta noche de Halloween,
bajo el cielo indiferente de París,
la torre Eiffel se oscurece por completo
para no ser cómplice de la vergüenza de estos tiempos.
París, noviembre de 2016.
2 comentarios:
Muy bueno Guille, cada día escribes mejor. felicitaciones!! Federico
¡Gracias, Fede! :)
Abrazote para vos.
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