esta soy yo
en mi versión de domingo.
Miraste de reojo
mis pantalones anchos,
mi pelo desprolijo,
mis facciones sin maquillaje.
Me sentí
una calle vacía
en plena madrugada;
desnuda y muerta de frío.
Me volví a verte
y te reté desde mi ceño fruncido.
Busqué mi mejor abrigo de lana
(aún el pelo desprolijo,
todavía la cara despintada)
y salí a abrazar el invierno
que tus gestos habían desatado.