botas de goma, guantes de jardinería
sombrero de ala ancha en caso de sol
y un enterito a prueba de espinas.
Apoyar en suelo firme ambos pies
uno a cada lado del enojo
e inclinarse hasta atenazarlo fuertemente
con las dos manos desde la base.
Tirar con energía hacia arriba
haciendo fuerza con todo el cuerpo,
efectuando movimientos circulares
para aflojar de a poco los cimientos.
Importante: si el enojo se resiste,
aferrarse a él con más vehemencia
mientras repetimos como un mantra
que nada podría ser más grave
que dejar crecer raíces tan sombrías y dañinas.