Si me vas a romper algo
que sean los huesos,
no el corazón.
Rompeme los esquemas,
la paciencia,
las ganas.
Paralizame los signos vitales.
Inmovilizame la sangre.
Desollame la piel.
Rompeme todos los puntos cardinales,
arrasá con cada una
de mis funciones cerebrales.
Arrancame los ojos.
Dejame en carne viva.
No dejes nada sano.
Pero si aún así
decidís romperme el corazón,
asegurate que no quede nada en pie.
Que se haya roto
por completo,
Que no respire nunca más.
Es que verás,
no le encuentro ningún sentido
a andar por ahí con un corazón rengo y dolorido.
Hecho de esquirlas y fragmentos.
Todas trizas
que a duras penas se esfuerzan en latir.