Había descubierto la muerte
Cuando aún no cumplía los veinte
y reconstruido su vida
con restos de escombros encontrados en patios vecinos.
Tenía que perdonarle todo.
Aún sus desaires, sus malos tratos,
sus venganzas a destiempo y sin sentido.
Nunca pude decirle nada.
Ya demasiado difícil era que la gente le pidiese cosas
que ella no podía darles por el simple y mundano hecho
de que no las tenía.
Ya demasiado difícil era para ella cargar con tanta desolación
sin nadie que le cubriese jamás la retaguardia.
O al menos alguien que tuviese el buen tino de hacerle señas
desde la esquina.