con cuartos sin terminar.
Amoldándome cada día
a muebles y objetos
que nadie nunca se atrevió a tirar.
Cercada por manojos de cosas inservibles,
sufro las acumulaciones estériles
y las herencias inútiles
de cuadros que jamás tuvieron el coraje de descolgar.
Sobrevivo entre los escombros de una casa vieja
que siempre está a punto de colapsar.
Una casa librada a su suerte,
que cada día se desmorona un poco más.